miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sadie Benning and Cristina Paqué Lozano



Sadie Benning comenzó a filmar a los quince años cuando su padre le regaló por navidad una Pixelvision, la cámara de juguete lanzada al mercado por la casa Fisher Prize a finales de los ochenta. Sus imágenes en blanco y negro de baja definición, altamente pixeladas, y enmarcadas por un recuadro negro se han convertido en seña de identidad de su obra. Sus vídeos se pueden concebir como un espejo ante el cual (re)presenta su identidad. Un espejo que, lejos de ofrecer una imagen veraz, unívoca y coherente de sí misma, le permite exponer y ensayar múltiples y posibles imágenes de un yo adolescente que se presenta como asertivo y resistente al mismo tiempo. Los primerísimos primeros planos de sus ojos o su boca, parecen replegarse sobre sí mismos, buscando la aprobación y el reconocimiento propio. Los sentimientos de la adolescencia (soledad, aislamiento, rechazo, rebeldía, necesidad de aceptación, y búsqueda de la propia individualidad), el relato de las primeras experiencias sexuales y la disidencia de los roles de género femeninos son los temas recurrentes en un corpus video gráfico de carácter autobiográfico.
Debido a que sus videos se basan en sentimientos donde se muestra como se siente, que quiere o que desea, en el video-homenaje se verán fragmentos de textos procedentes de un diario acompañados de música de piano intentando mostrar de una mejor manera posible las emociones, combinados a su vez con planos de la boca y de los ojos alternados con imágenes de una cajita de música que se mueve al compás de una bailaría que evoca recuerdos.

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